lunes, 12 de enero de 2009

La camiseta pro Palestina de Kanouté reabre la polémica sobre la mezcla de política y deporte



(fuente: el pural.com)
Según los reglamentos oficiales de los principales organismos deportivos, los deportistas no tienen derecho a mostrar sus opiniones políticas. Sin embargo, ellos no parecen dispuestos a resignarse, aunque sus actuaciones siempre van rodeadas de polémica. El último caso lo ha protagonizado el futbolista del Sevilla Frederic Kanouté, quien mostró una camiseta en apoyo de Palestina al marcar un gol el pasado miércoles. La broma le ha costado 3.000 euros de sanción pero su posicionamiento no ha sido el primero y, seguramente, tampoco será el último.
En 1968, desde el podio de los Juegos Olímpicos, los corredores John Carlos y Tommie Smith, levantaron sus puños negros como homenaje al black power. Su gesto les costó la expulsión de la Villa Olímpica por introducir la política en el campo del deporte, pero aún hoy Smith recuerda, según publica El País, que quiso hacer sonar su voz después de haber “vivido muchas injusticias” solo por el hecho de ser negro.

"Sentía que debía hacerlo"

Han pasado 40 años desde aquello, pero los deportistas siguen sin poder hacer manifestaciones políticas de ningún tipo sobre el terreno de juego, y así lo demuestran ejemplos recientes como el protagonizado por el delantero del Sevilla Kanouté, que mostró la semana pasada su solidaridad con Palestina mostrando una camiseta. La sanción (3.000 euros) no se ha hecho esperar, aunque el futbolista ya aseguró que la multa le daba igual: “Sentía que debía hacerlo”, aseguró, sin más.

Apolítico, autónomo e independiente.

Pero su gesto ha reabierto la polémica sobre por qué las instituciones deportivas se oponen tan duramente a que los deportistas hagan gala de su ideología. Según apuntó a "El País" Manuel García, catedrático especializado en la sociología del deporte, “el deporte siempre pretendió ser apolítico” y tiene “una voluntad de autonomía, de independencia, un deseo de vivir a espaldas de la política para ser un lugar neutral”, ya que es “universalista” y “un lugar de encuentro” entre un público que “de convicciones dispares unido por un equipo”.

Contra el efecto unificador

Las federaciones aseguran que un mensaje político podría generar tensiones entre el público y acabaría con el efecto unificador de eventos deportivos como los Juegos Olímpicos o los torneos de las selecciones nacionales. Sin embargo, no es raro que los políticos hayan utilizado a los deportistas para su causa. Un ejemplo cercano y reciente: la lucha de las selecciones autonómicas como expresión nacional de cada región en nuestro país.

En la guerra de Vietnam...

Pese a las prohibiciones expresas de los comités deportivos, frenar a los atletas en sus manifestaciones no parece nada fácil, sean cuales sean las sanciones. Que se lo pregunten al legendario Muhammad Ali, al que quitaron el título de campeón mundial de los pesos pesados por negarse a ir a guerra de Vietnam y se enfrentó a 5 años de prisión y una multa de 10.000 dólares por declararse objetor.

... y en el franquismo

Y en nuestro país, en los últimos días del franquismo, los futbolistas Sergio Manzanera y Aitor Aguirre recibieron amenazas de muerte y tuvieron que pagar multas de 100.000 pesetas de las de entonces por haber saltado al terreno de juego con brazaletes negros condenando los últimos fusilamientos de la dictadura.

Más ejemplos

Los casos se suceden: en 1999 el servio Sasha Djordjevic pidó a la OTAN que parase los bombardeos contra su país antes de la final de la Copa Korak de baloncesto. Futbolistas como Mihailovic, Mirkovic o Romario han salido al campo con camisetas pidiendo la paz. El ciclista Cadel Evans se abrió su maillot amarillo tras vencer el Tour de Francia para reivindicar la libertad en Tíbet. La estrella de la NBA Steve Nash protestó en pleno partido contra la guerra de Irak.

El uso de los políticos

Son solo algunos ejemplos, pero también los hay de cómo los políticos se han aprovechado para el deporte para su causa. Al ya mencionado juego de las selecciones autonómicas se pueden sumar casos más claros como el de las olimpiadas de 1980 en Moscú, cuando, en plena Guerra Fría sufrieron el boicot de los estadounidenses. Los rusos se la devolvieron en 1984 en Los Ángeles, y ningún deportista tuvo derecho a hablar.

El tiempo del deporte

Y tampoco lo tienen ahora: durante los juegos de Pekín, el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, advirtió a los atletas en la Villa Olímpica que no podía hacer “declaraciones de contenido político” en ningún lugar del recinto, o se volverían a casa. “Es el momento del deporte y de los deportistas. El de la política será otro”, resumió.

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